Autor: Nicolás Ortiz
Fecha de publicación: 30 de noviembre de 2021
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Alimentacion

La revolución Food Porn en las redes y entre las prostitutas

Si empezamos a hablar de pornografía, seguramente la mayoría tengan una idea muy clara en la cabeza. Actos sexuales explícitos, películas sin argumento pero con  mucho amor entre sus protagonistas, imágenes de personas, tanto hombres como mujeres, en situaciones excitantes… La pornografía siempre se ha relacionado con el sexo, pero es cierto que su definición no tiene porqué ir ligada concretamente al deseo carnal. De hecho, los expertos aluden a que cada vez hay más pornografía de la violencia, del dinero y de cualquier otro tema, que se deja pasar sin miramientos. Mientras cercenamos todo lo que tenga que ver con el sexo, por considerarlo  un tabú y no herir sensibilidades, mostramos imágenes horripilantes de guerras y asesinatos en la televisión. Es una muestra de cómo nuestra sociedad se ha convertido en pura pornografía, aunque en este caso, se aleje de mostrar escenas sexuales explícitas.

La pornografía, según se define, es todo aquello que destaca el carácter obsceno de obras artísticas. Esta definición viene muy bien para encajarla en las revistas eróticas o en las películas porno, aunque habría que ver cuántos de sus espectadores consideran esas escenas obscenas. Es algo bastante subjetivo en realidad. Para nosotros, la pornografía sería más bien todo aquello que busca tocar directamente nuestros instintos, nuestras emociones primarias. Ocurre con el sexo, pero también con la ira, con el la codicia o incluso con la gula. Porque también existe la pornografía de la comida, un concepto relativamente reciente pero que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos. La obscenidad aquí no consiste en mostrar cuerpos desnudos o escenas explícitas. Es más bien aludir a nuestro apetito de forma irresistible a través de una imagen concreta en la que aparezca un plato. Si tienes redes sociales, seguro que sabes de lo que hablamos. Habrás entendido el peligro de deslizarte por los muros de tus amigos poco antes de la hora de comer, sabiendo lo que puedes encontrar ahí. La comida también puede llegar a ser obscena, de tan deliciosa y exquisita. Y es así como ha nacido el food porn.

Que es el Food Porn

Ciñéndonos al propio término en su acepción original, el food porn no es más que prono de comida. Esa sería la traducción básica de este concepto, que evidentemente, tiene mucho más detrás. Sin embargo, consideramos que esta expresión es perfecta para definir precisamente esas fotos tan suculentas que casi nos hacen babear, conectando directamente nuestros sentidos de la vista y el gusto. El ser humano es mucho de “comer con los ojos”, de quedarse embelesado con un plato por su presentación, por lo jugosa que está una carne, por lo bien que ha quedado un asado… Todo eso nos hace sentir un deseo, a veces irrefrenable, por devorar ese plato. Si lo tenemos delante, perfecto. Pero a veces, esa referencia visual nos llega solo a través de una foto.

Y es entonces cuando el food porn se convierte en auténtica pornografía para nuestra gula. Si hay un pecado delicioso, aparte de la lujuria, sin duda es ese, el que nos hace desear comer, incluso cuando no tenemos hambre. En este caso, los platos bien presentados, que muestran alimentos deliciosos en su punto perfecto, despiertan nuestro gusto, nuestro deseo irrefrenable de devorar algo rico. Los restaurantes y los chefs lo saben y por eso se esfuerzan en crear presentaciones cada vez más espectaculares de estos platos. De hecho, algunos triunfan directamente por esas fotos, ya que la comida, a la hora de la verdad, tampoco es nada del otro mundo.

Impulsada por las redes sociales

El food porn ha existido desde siempre, aunque es cierto que es uno de esos conceptos que hasta que no han tenido un nombre no han cogido fama. Ya en la Roma Clásica tenemos constancia de los banquetes preparados concienzudamente para los nobles, con atractivos platos que no solo eran un deleite para el gusto, sino también a la vista. Esto se ha seguido dando a lo largo de toda la Historia, porque a cualquiera le apetece más un plato que tenga buena pinta que uno que esté totalmente deslavazado, aunque sepan igual. En la era de la imagen y las redes sociales, el food porn ha conseguido una popularidad fuera de lo común, y hoy en día es uno de los hastags más habituales en Instagram. Hay miles de cuentas dedicas a esta pornografía de lo culinario, con fotos que son auténticas obscenidades para el paladar.

¿Sabor o imagen?

Muchos chefs y expertos culinarios miran con recelo esta nueva tendencia gastronómica. Y es que el food porn parece aspirar más a conseguir platos vistosos que sabrosos. La presentación es importante en una receta, y más cuando trabajas en un restaurante, pero está claro que no puede quedar por encima del propio sabor del plato. Los expertos aseguran que a día de hoy, el food porn está generando unas expectativas demasiado elevadas en los clientes, que luego se sienten algo insatisfechos al ver los platos in situ. Es algo  habitual en las grandes cadenas de comida rápida, con anuncios suculentos que luego tienen poco que ver con lo que se nos ofrece en realidad. La imagen se ha llevado por delante cualquier otro factor en la comida, incluso pasando por encima del sabor o las necesidades nutritivas.

La prostitución de la gastronomía

Es por eso que muchos afirman que a través del food porn, la gastronomía se está prostituyendo. Es una metáfora que aprovecha el componente sexual que siempre se le suele dar al porno, aunque en este sentido no lo tenga de por sí. La prostitución como tal hace que las mujeres sean vistas como objetos, según los que la critican. De la misma forma, el food porn convierte la comida en algo idealizado, en algo que conseguir, que pervive más en nuestra imaginación que en nuestro paladar. ¿De verdad todos los platos deben parecer absolutamente suculentos e irresistibles? ¿Qué hay del sabor o del olor de la receta?

El food porn también ha provocado que algunas personas desconecten de la realidad en lo que a disfrutar de la comida se refiere. Están tan expuestas a este tipo de fotos que a la hora de la verdad se decepcionan al comer platos que no son tan vistosos ni coloridos. Y eso no significa que los platos no sean realmente exquisitos, pero ya el simple hecho de no tener tan “buena pinta” les resta puntos. Es lo que ocurre en muchas ocasiones con el porno y el sexo en la vida real. Las expectativas de un aficionado a ver porno suelen ser muy altas, y al tener una relación en la vida real, eso puede marcar la diferencia en cuanto a la consecución de placer. Parece algo absurdo, pero todos hemos tenido la sensación de que en el menú, o en el anuncio, el plato se veía más apetitoso. Y eso es justo lo que provoca el food porn, para bien o para mal.

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